¿Qué es el punto G?
El punto Gräfenberg, comúnmente conocido como punto G, es una zona erógena del área genital de los hombres y de las mujeres.
El punto G, "más que un punto en sí, es una zona, de muy pocos centímetros cuadrados de extensión, de la pared vaginal, especialmente sensible al tacto, por lo que, al recibir una estimulación adecuada puede proporcionar un placer intenso", según explica Antonio Murillo García, sexólogo, psicólogo, responsable del Grupo de Trabajo de Psicología, Sexología y Pareja de la Delegación de Córdoba del Colegio de Psicología de Andalucía Occidental.
"Se le llamó punto G en honor a Ernst Gräfenberg, ginecólogo que lo describió a mediados del siglo XX pero fue la sexóloga Beverly Whipple quien lo denominó así en su obra El punto G y otros descubrimientos sobre la sexualidad humana, en 1982", indica Murillo García.
El punto G "es una zona que da mucho placer porque a través de él se estimula el clítoris y porque al estimularlo se activa una zona de la corteza sensorial del cerebro de la mujer, diferente a la que se activa al estimular el clítoris".
¿Dónde se localiza?
El punto G en la mujer "estaría localizado en la cara anterior de la vagina debajo de la uretra a unos 6-10 cm de la entrada", detalla Jesús Eugenio Rodríguez, sexólogo y director del Instituto Sexológico Murciano.
Es difícil acceder a él porque, como señala Murillo García, "esta zona G, o punto G, se hincha al ser estimulada, presentándose como una pequeña protuberancia de tacto más o menos rugoso". Si la mujer no está excitada o su punto G no es estimulado durante algunos segundos, "puede que no experimente sensaciones especialmente placenteras y no pueda distinguir ninguna zona especial en su vagina".
Cómo localizar el punto G
La forma más sencilla de acceder a él es "con los dedos, con uno o con dos, en forma de gancho, e introducirlos en la vagina", recomienda Rodriguez. "La yema del dedo debe apuntar hacia arriba donde está el punto G. Una vez dentro, mover la zona de las yemas de los dedos arriba y abajo buscándolo a diferentes profundidades.
¿Todas las mujeres lo tienen?
Como aputa Rodríguez, "según las investigaciones no podemos asegurar que todas las mujeres lo tengan, los estudios hasta el momento arrojan resultados que van de un 56% hasta el 100% de mujeres que si lo tendrían".
"Hay estudios que dicen que el punto G es la zona de la vagina a través de la cual se puede estimular la parte de atrás del clítoris, considerándolo parte del mismo. Sin embargo, en otros estudios se le considera una estructura independiente. Con argumentos a favor de cada uno de ellos, no queda aceptada definitivamente una idea sobre otra", indica Murillo García.
El punto G de los hombres
En los últimos años se ha escrito mucho sobre el punto G masculino y se "le ha llamado punto P porque anatómicamente se situaría en la próstata", describe Rodríguez.
La glándula prostática, explica, "tiene como principal misión suministrar el fluido prostático o líquido seminal que se mezcla con los espermatozoides que vienen de los testículos, para que puedan sobrevivir y ser expulsados durante la eyaculación. Además tiene un papel fundamental en la fase de emisión y expulsión del reflejo eyaculatorio y su estimulación directa via anal, puede en muchos casos potenciar esta respuesta eyaculatoria y la consecuente sensación orgásmica".
¿Cómo se estimula esta zona en el hombre?
La mejor manera de encontrar la próstata es a través del ano. Unos cinco o siete centímetros detrás de la entrada del ano en dirección hacia la pared abdominal se puede sentir como una bola blanda en el recto, es muy similar a un tacto rectal, aunque se recomienda empezar con un dedo bien lubricado y muy despacio, en la actualidad existen muchos juguetes para estimular esta zona.
Historia y controversias
Esta zona erógena es bastante controvertida ya que a día de hoy los expertos discrepan sobre si realmente existe o no. Las primeras observaciones que se hicieron sobre esta área datan de 1940 cuando Ernst Gräfenberg, un ginecólogo alemán, empezó a realizar las primeras observaciones sobre este punto. Sin embargo, no fue hasta 1981 cuando realmente se empezó a teorizar sobre la existencia o no a partir de las descripciones de los orgasmos femeninos en una conferencia por una enfermera, Beverly Whipple.
Sin embargo, Whipple no aportó ninguna prueba que demostrara su existencia y a partir de ese momento empezaron a realizarse investigaciones que por un lado lo respaldaban y, por otro, lo rechazaban.
En 2008 Emmanuele Jannini, sexólogo en la Universidad de L’ Aquila, en Italia, publicó pruebas de que el punto G existía en The Journal of Sexual Medicine. Sin embargo, esta afirmación tiene matices ya que, según su investigación, este punto no se encuentra en todas las mujeres. De ahí que aquellas que son capaces de tener orgasmos vaginales defiendan su existencia, mientras que para el resto esta zona sea una utopía.
En esta investigación, Jannini señaló que se puede determinar la forma y el tamaño de la capa que está detrás del muro vaginal, donde se presupone que se ubica el punto G, realizando una radiografía o un ultrasonido.
Además, varios estudios realizados en 2009 por investigadores del King’s College de Londres, en el Reino Unido, determinaron, tal y como informó el medio británico CNN, por un lado que su existencia es subjetiva y no se puede comprobar y por otro encontraron evidencia de que sí existe en la mujer y participa en la formación de los orgasmos.
Según estos resultados, algunos especialistas consideran que el punto G es en realidad un eje que está entre la vagina y el clítoris provocando con su estimulación los orgasmos. No obstante, esta investigación despertó grandes dudas puesto que los especialistas consideraron que la metodología no era la adecuada y, por tanto, los resultados no podían ser concluyentes.
En 2012 la polémica se reavivó con la publicación en The Journal of Sexual Medicine de una revisión con todos los estudios publicados hasta el momento, donde se afirmaba que con las mediciones realizadas y ante la ausencia de pruebas fehacientes, no se podía considerar que el punto G existiera.
Lejos de cerrar el debate, Jannini publicó en el segundo semestre de 2014 un estudio en Nature Review Urology donde admitía que el punto G no se había identificado como una zona diferenciada y añadía que esto se debe a que el punto G es en realidad un conjunto de órganos, al que denominó Complejo Clitouretrovaginal (CUV) que si se estimula de forma adecuada durante la penetración puede desencadenar diferentes orgasmos en la mujer.
Esta propuesta tuvo grandes detractores y levantó suspicacias entre la comunidad científica. De hecho, a finales de 2014, concretamente en octubre los investigadores Vincenzo Puppo y Giulia Puppo publicaron una revisión en Clinical Anatomy donde alegaron que el Complejo Clitouretrovaginal carecía de evidencias que demostraran su presencia a nivel fisiológico, anatómico y embriológico.
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